la noche es áspera
    como un leve encuentro
             y la piedra es de llorar

                                                                                yo respiro
                                                                     abrigo el aire
                                                           musito la pena

Aclaración: paseando por la playa con mi cuaderno me encontré con estos versos, y me pasa últimamente que la lectura variada en la que estoy metido se me cuela en lo que escribo, y adelantándome a posibles acusaciones, pido disculpas por cualquier plagio accidental que se pueda haber camuflado en estas palabras... el mar es un gran conspirador

En la voz trémula del encierro
en la distancia que me impuso la noche
por el silencio que no tenía que ser
en la marisma de mi último deseo
en la arena-polvo de la dejadez
sobre las cuerdas tensadas del dolor
     cuerdas de frío
por el viento ondulante de lo real
en el hombre secreto y lacerado...

Yo solo veo el cielo como un pequeño cuadro

Entrega tu sangre
bajo el vestigio
del sol

Mira lo que corremos
endúlzate el cuerpo
con rosas pardas

¿Qué se hizo de tu espada?

Perdiste el silencio
sin poder perderlo
en ti

Un ave explota en el alba
sin temor al viento
en la ventana ancestral

El onírico descanso
fue tu consuelo
de medianoche

Las nubes escriben su mensaje

Toda tu melancolía
toda tu nada
en calma

Fuelles solitarios
claman el ardid
de una mujer en celo

La cadencia estival
alucina un espanto
sin precedentes

¿Hacia dónde fue tu diosa-luz?

El arcángel se cansó hoy
de la aridez eterna
del cielo

El viaje
un lugar enclavado
en tu ojo

Tu sangre
no es más que un olvido
con pereza

Nueve penas por cada brisa

Dejas tu silencio
más espurio que nunca
a través de una puerta

Tu efigie de cuarzo
empapada en sombras
amarillas

Oyes el canto áureo
de tu somnolencia
en un cofre perpetuo

Recorres la caverna-mente ociosa

Se ilumina el pasaje
antiguo filón
del alma

Una lanza
otrora la apacible candidez
de un niño

Bosques olvidados
los tormentos son más frecuentes
allí

¿Quién olvido su cariño en ti?

Apoteosis de una vida
que ha dejado de ser
por siempre

Recuéstate
en la gran penumbra
de una vela

Y es que la canción se hizo aire
y es tu sangre hecha amor que flota
y vuelve...

I

Yo crecí en el desierto marginal
y era un sismo
pero los reinos del silencio tienen secretos
el nácar de mis ojos estalla contemplando
faunos vivientes se abalanzan hacia mí

Pronto comenzó el azote
pero yo era sed
y era lluvia
deseaba en los jardines del trigo
es que el viento me dibujó feliz

II

La cabeza del mármol
del brillante adiós
se sacude en mis telones
como un látigo de cristal

Yo soy un ojo
selva matriz del símbolo
crepúsculo de un canto inacabado
entre brotes del escozor ancestral

Yo soy una boca
profunda dentellada corpórea
anidada en la cerrazón del alba
(golpes en la niebla)
como un cazador ausente

Yo soy un vientre
crisol de faunos esculpidos
entre tonalidades de ámbar
lejano del hálito de la lluvia

Vagos temblores resuenan
se queman sobre mis pasos
que son incontables luces
batallando en mis desiertos

Yo soy un cuerpo
y mil almas

Oye entonar esa canción
entre los sauces adormecidos
entre la herrumbre de los profetas
saciados de su fantástico enigma

¿No es la canción de la tristeza
que deambula por la fragua del oro?
¿No es ella la serpiente
que trepida en los pantanos de dios?

Todo lo que circunda este drama
pasea desnudo sobre los puentes
que se extienden hacia el pasado
como sombras bañadas en la niebla

No hay correspondencias entre la forma de la carne, ensangrentada y mordaz, y la fluctuación emotiva de las ánimas al desnudo; todo lo que veo es la variación infinita de los espejos deformantes del deseo, como un árbol que se diluía entre los senos de la mente en un pasado deslumbrante y fugaz.
Cada simiente oculta su rapacidad ante los ojos aciagos de la huérfana estela de la noche, y es su silencio y su calma la morada última donde descansan los huesos almidonados de la lluvia fatua.
He aquí mi desconsuelo mayor al verme perpetuo en piel y hambre, al saberme risible sobre el cuerpo de la inmensidad.

La princesa de la madrugada
no ve que su corona de mimbre
cuelga de la noche

Por eso camina por el pasto de su leyenda
y su luz himenal
es vaga como el deseo

Esto la hace hermosa
y ajena

Cautivante
con sus ojos de anís
meciéndose en su calma
que la posee

Como la rosa estrella que habita en el centro de la piel, fruto que ilumina la hora más dulce, el nuevo encuentro.
¿Dónde está la nocturna paz si no es en los ojos de quien brilló en la perla-cúpula del venturoso deseo?
El aliento de la luna escribe su oración primera, roja y profunda entre los jardines de luz, como una herida eterna.