Niños de los prados
con su piel al sol
se escapan de la noche
y juegan a ser uno

Y es el oro el que sonríe
cuando se funden

Todo este perímetro
lo que nos contiene
lo que nos abre
es la médula vacua de nuestra vida
que devora nuestros pétalos
en su hambre eterna

Así las palabras son vanas
   (el ruido inerte en la mazmorra
   la perpetuidad del refugio azul)
pues el ampo que nos rocía
nos hace mudos en esencia
nos lastima
en todo fulgor lejano que nos enriquece

Y es esa médula hambrienta
audaz en el bosque nocturno
lo que nos delimita
eternamente

El gran valor
de ser azotado
y sonreír con los ojos
en silencio