era tan joven, demasiado a veces...
el texto completo era así:
El derroche de pasión se encausa hacia el infinito.
El ave que se sostiene en equilibrio enmudece ante la noche, se desgarra, se pierde como lluvia muerta. Un temblor insostenible agita en la profundidad, y un mundo de nuevos matices, colores, se abre ante los ojos del cielo.
¡Ah!, qué será de mí en esta inmensidad subterránea. Qué pena suplantará el sueño de una nueva aurora.
AGITACIÓN
DESEO
PESADUMBRE
Una colina envuelta en furioso rojo, como una brisa tenue de amanecer.¡Credulidad!, horror ataviado de dulzura, solo queda el centro del torbellino áureo. Ni el más abismal acorde conmueve en esta melodía de eternidad.
Un león, silencioso, salvaje, y en torno a él una decena de cazadores ciegos, gusanos amarillentos que se pudren de llorar, perros de la vieja ley esperando el instante supremo en el que el mundo se abra en dos para ejecutar su venganza, fría, oscura pero eficaz arma asesina de sueños. Teoría capital del sinsentido, haciendo alarde de su alma, que es igual a nada.
Purificación del ser
con sucesivas dotaciones de néctar
allí donde otros beben vida.
Explosiones en los pies de la sed, la única y auténtica sed, la dolorosa salud que conmueve; y el león que escapa hacia su verdad, que lee la tierra y el cielo. La luz es inexorablemente más poderosa que cualquier viento; ¡y allí!, solo una nube...
era tan joven, demasiado a veces...
el texto completo era así:
El derroche de pasión se encausa hacia el infinito.
El ave que se sostiene en equilibrio enmudece ante la noche, se desgarra, se pierde como lluvia muerta. Un temblor insostenible agita en la profundidad, y un mundo de nuevos matices, colores, se abre ante los ojos del cielo.
¡Ah!, qué será de mí en esta inmensidad subterránea. Qué pena suplantará el sueño de una nueva aurora.
AGITACIÓN
DESEO
PESADUMBRE
Una colina envuelta en furioso rojo, como una brisa tenue de amanecer.¡Credulidad!, horror ataviado de dulzura, solo queda el centro del torbellino áureo. Ni el más abismal acorde conmueve en esta melodía de eternidad.
Un león, silencioso, salvaje, y en torno a él una decena de cazadores ciegos, gusanos amarillentos que se pudren de llorar, perros de la vieja ley esperando el instante supremo en el que el mundo se abra en dos para ejecutar su venganza, fría, oscura pero eficaz arma asesina de sueños. Teoría capital del sinsentido, haciendo alarde de su alma, que es igual a nada.
Purificación del ser
con sucesivas dotaciones de néctar
allí donde otros beben vida.
Explosiones en los pies de la sed, la única y auténtica sed, la dolorosa salud que conmueve; y el león que escapa hacia su verdad, que lee la tierra y el cielo. La luz es inexorablemente más poderosa que cualquier viento; ¡y allí!, solo una nube...