miércoles, 16 de mayo de 2007
Estado nocturno
No hay correspondencias entre la forma de la carne, ensangrentada y mordaz, y la fluctuación emotiva de las ánimas al desnudo; todo lo que veo es la variación infinita de los espejos deformantes del deseo, como un árbol que se diluía entre los senos de la mente en un pasado deslumbrante y fugaz.
Cada simiente oculta su rapacidad ante los ojos aciagos de la huérfana estela de la noche, y es su silencio y su calma la morada última donde descansan los huesos almidonados de la lluvia fatua.
He aquí mi desconsuelo mayor al verme perpetuo en piel y hambre, al saberme risible sobre el cuerpo de la inmensidad.
 
publicado por Alejandro a las 2:31 | enlace permanente |


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